domingo, 28 de octubre de 2012

Muerte en la cancha

Hablar de nuestro gremio y hablar de violencia, de agresiones, de sufrimiento o de muerte no nos gusta. Aunque las informaciones que nos van llegando son aún confusas, lo que si es seguro es que varios Vigilantes de Seguridad han sido salvajemente agredidos en un campo de fútbol de Buenos Aires durante la celebración del clásico Bocca-River.

No importa cual fuera el motivo, pero es otra vez lo mismo. Dos grupos de animales salvajes que deciden enfrentarse a golpes con la excusa estúpida de si la pelota entró o no entró. Que falta de inteligencia, que abanico de salvajismo. Y otra vez, son los Vigilantes, los que sin medios y mal pagados bajan a la arena de este circo inmundo en que se convierten los campos de fútbol argentinos cada fin de semana.

 Quizás sea por que gente marginal, delincuentes en potencia o simplemente descontentos sociales no encuentran otra válvula de escape para demostrar su indignación y se atacan como fieras en un intento desesperado por hacerse oír. Pero no nos parece excusa.



No nos parece excusa que padres de familia, trabajadores humildes, se vean atacados por una masa anónima que en solitario es cobarde, como todas las masas, como todas las manadas. Por que los valientes atacan de cara. Los Hombres, los que se escriben con mayúsculas, se enfrentan de cara, de uno a uno y con las manos desnudas. Pero es demasiado para estos gallos capones. Estos no son nada sin el número, sin la manada. Estos protestan su rabia y su ira en los campos de fútbol mientras aceptan vivir del subsidio fácil en lugar de ponerle coraje a la vida y encontrar trabajo para llevar comida a casa. Es algo que se repite demasiado, en demasiados países y empezamos a cansarnos de ser el saco de boxeo para las frustraciones de los cobardes y los descontentos.

Hoy no ha sido en España, pero igual son camaradas de armas, al otro lado del charco, pero con el mismo espíritu y los mismos problemas. Unas noticias dicen que murieron en el acto linchados por una turba cobarde. Otros dicen que están mal heridos. Nosotros decimos que da igual, pero que ya basta. Basta ya.

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