Pero no puedo empezar a expresarme con libertad por que un nudo aún me aprieta en la garganta. Primero, en silencio, antes que nada, os pido que cerremos los ojos y le mandemos un último impulso a estas cuatro pequeñas que perdieron la vida intentando ver un concierto que quizás no nos guste, que no compartimos, pero que les importaba tanto como para ser lo último que han hecho en su vida. Descansar en paz mis pequeños ángeles. Nosotros no descansaremos hasta cambiar las cosas, para que no sea posible que horrores como este se repitan nunca mas, para que vuestras muertes inexplicables, no sean además inútiles.
Sería injusto cargar con la culpa de lo que ha pasado en una sola persona, en una sola institución o en una sola empresa. Y sería hipócrita descargar de culpa a las niñas también. Desde el primer momento a juzgar por las informaciones que vamos conociendo y las imágenes que van saliendo a la luz, había grupos de jóvenes bebiendo en las inmediaciones del recinto del Madrid Arena. Quede claro, que el exterior del recinto donde se celebra el evento no es responsabilidad de los Vigilantes de Seguridad ni de los Controladores de Acceso, a los que presuponemos el carácter que se les supone y la correspondiente habilitación. Este sector específico debería haber sido controlado por la Policía Municipal, que debería haber actuado con diligencia requisando todas las bebidas alcohólicas para evitar posteriores problemas, además del hecho de que botellas y vasos se convierten en armas en manos poco civilizadas.
Por lo que en nuestra modesta opinión, el primero de los errores que empiezan en una larga cadena que acaba con el fallecimiento de cuatro inocentes es la falta de control en los aledaños del recinto. El segundo de los errores a nuestro parecer es de la organización en la impresión de entradas, que deberían haber tenido distintos precios y distintas ubicaciones. Cierto que el aforo total del recinto no se sobrepasó, admitiendo como cierto que así fuera. Si la memoria no me falla, el aforo total del inmueble ronda las diez mil personas, que por lógica general, deben ir escalonadas en cuanto a la ocupación del mismo. Es posible que el aforo total no se excediera, pero de lo que no cabe duda es de que el aforo parcial en cuanto a la pista central, estaba sobrepasado en mas de cinco mil personas, con el consiguiente peligro que conlleva y eso, de manera ineludible es culpa del organizador, ya que los servicios de seguridad, ya sean compuestos por personal habilitado o no, para actuar necesitan protocolos. Si las entradas no van numeradas o al menos filtradas por zonas, los responsables de la seguridad poco o nada tienen que hacer, al menos hasta el momento en que observan que la zona central está completa. Ahí si empieza la responsabilidad de los operativos de seguridad, que tienen como función principal velar por la seguridad del recinto y las personas.
Pero no adelantemos acontecimientos, por que yo creo que aún hay una responsabilidad mucho mas grave. Aceptando que haya fallos de organización, de coordinación de seguridad o en la venta de entradas, creo que el responsable último de permitir que en esas condiciones se celebrara el evento es de las fuerzas policiales del Ayuntamiento que tienen encomendada esa misión. Sin la aceptación del Inspector Municipal, el concierto no debería haberse celebrado nunca.
Y sobre la responsabilidad personal de cada uno de los menores que usando falsificaciones de carnets o usando los de amigos a los que se parecen, acceden al interior de un recinto, sea cual sea, engañando al personal de seguridad. También hay responsabilidad en los padres que no inculcan valores rígidos, en las Leyes que cargan contra los establecimientos que tienen menores en su interior pero ignoran la culpa de estos. Tiene que haber norma, tiene que haber sanciones y tienen que cumplirse. Si no, todo este circo mediático de persecuciones de la policía a los jóvenes de botellón, no tiene ningún sentido. Pero las normas, las sanciones y la ejemplaridad, tiene que ser una vía de doble sentido.
Por desgracia en este país llamado España siempre la tendencia es cargar contra el eslabón más débil de la cadena y este siempre ha sido el personal de seguridad. Escucharemos acusaciones tratando de distraer la atención de los verdaderos responsables, los que se han enriquecido con este esperpento musical. Tendremos que esperar pacientemente hasta que acaben las investigaciones. Quizás también en materia de seguridad las cosas podrían haberse hecho mejor. Pero no carguemos contra Vigilantes ni Controladores, por que sin distintas caras de la misma moneda.
Yo he trabajado en las dos partes de un mismo problema y debo añadir que me resultó mucho más fácil conseguir mi TIP como Vigilante de Seguridad que la habilitación como Controlador de Acceso. Mas normativa, mas derecho penal, mas legislación sobre espectáculos y un examen psicotécnico que no recuerdo haber pasado en mis pruebas como Vigilante. No despreciemos el derecho de otros a trabajar, de la misma manera que no consentimos el desprecio cuando se trata de nosotros.
Particularmente yo habría establecido filtros de seguridad uniformada en las puertas exteriores del recinto, requisando alcohol, botellas, latas de bebida y cualquier objeto contundente o pirotécnico, cacheando a todos los asistentes uno por uno. Para eso obviamente, no se pueden contratar 10 Vigilantes. Habría puesto un segundo filtro complementario del primero, con idéntica tarea y que hubiera encauzado a los asistentes a las distintas zonas de acceso, evitando la aglomeración en escaleras o zonas concretas. Y si de verdad se quiere hacer bien y se quieren evitar problemas serios, habría contado con la presencia de perros anti droga que hubieran detectado la presencia de sustancias prohibidas que habrían sido requisadas igualmente.
Conozco a muchos de los que prestaron servicio allí y os puedo garantizar que se trata de gente preparada. Pero ni el mejor ejercito del mundo gana una batalla si el General que los dirige es un completo idiota. Estamos en lo de siempre. Exijamos formación y si no nos la dan, formémonos nosotros mismos.
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