Se hizo justicia

Han sido varios meses de sinsabores, de noches sin dormir, de lágrimas y nervios a flor de piel. Han sido meses de no saber que pasará con el futuro, por si la crisis por sí misma no fuera capaz de arrancarnos de las garras de Morpheo. Ha sido un año desde que un Ministerio Fiscal y una Acusación particular con nulos conocimientos de las Leyes pusieran contra las cuerdas de la decencia a un compañero, Vigilante de Seguridad, que lo es por decisión propia, por devoción, por que es lo que le gusta hacer. Nada de policía frustrado, como lo insultan algunos. Alberto es lo que es porque  es exactamente lo que quiere ser. Podría ser un fantástico técnico en electrónica, para lo que estudió y se graduó, pero ha decidido ayudar a las personas, portar su granito de arena para hacer de esta inmensa cloaca que llamamos mundo un sitio mejor.

Hace un año compadeció, sufrió podríamos decir, la acusación de tres chavales que no pensaron ni un momento las consecuencias de su broma de mal gusto. Uno lo acuso de apalearlo, el otro de dejarlo casi sordo. Ninguno lo reconoció. Ni los presuntos agredidos, ni la testigo que como ya contamos en su momento no podría haber presenciado nada por que no estaba físicamente delante, reconocen al imputado. Sus palabras exactas, las de todos ellos, fueron textualmente "ese no es, el que nos pegó era mucho mas alto, mucho mas fuerte y tenía tatuajes con muchos colores en el brazo". Tras semejante afirmación, tanto el fiscal como la acusación particular pidieron cárcel para el imputado, por que había quedado probado, sin lugar a dudas, que el imputado había vejado y agredido a las víctimas de esa barbarie.

Así está esta, nuestra ciega justicia. Han pasado meses. Meses de perder peso, de robarse horas de sueño, de lágrimas furtivas pensando en sus hijos, en sus padres...en su futuro. Meses aguardando el momento que ya ha llegado. Tras meses de espera, tras meses de recursos, Alberto ha quedado, como no podía ser de otra manera, absuelto de todos los cargos. Enhorabuena Alberto.