Los Vigilantes de Seguridad somos una fuerza imparable. Usemos nuestra fuerza para recuperar nuestros derechos y nuestra dignidad. Carácter de Agente de la Autoridad ya. Sueldo digno, ya. Juntos podemos. A la Unidad entonces. La Plataforma de Vigilantes de Seguridad (PLAVISE) somos todos.
viernes, 5 de octubre de 2012
Siempre lo mismo.
Como siempre, cada vez que la crisis golpea con fuerza en España, el primer sector que sufre los recortes es el de la seguridad privada. Empresarios con intereses, pero con escasos o nulos conocimientos de la seguridad efectiva y la realidad social recortan efectivos en sitios sonde cada día se libra un batalla por la supervivencia. Lo estamos viendo a diario en el Metro de Madrid, en la Renfe o en centros comerciales próximos a zonas de botellón. Es evidente que las cosas no están para ir mal gastando los presupuestos de comunidades de propietarios o directivos de grandes empresas, pero antes de recortar debe analizarse con seriedad en que partidas se producen los recortes.
Aunque ocurrió el pasado mes de agosto, no ha llegado a nuestro conocimiento hasta el día de hoy. Un compañero con seis años de experiencia, que prestaba servicio en un centro comercial en la provincia de Murcia, más concretamente en La Manga, donde se acumulan negocios de hostelería y pequeños comercios. Nos enteramos con sorpresa de que las rondas por semejante lugar las hace un sólo Vigilante de Seguridad, con dotación homologada, que aunque legal, es completamente ineficaz en la mayoría de los servicios. Es muy bonito ver al personal de seguridad con sus bonitos uniformes, sus zapatos impolutos y sus defensas reglamentarias de cincuenta centímetros. Es bonito, pero es ineficaz y poco disuasorio.
Este compañero, que ha permanecido días de baja por la salvaje expulsión, hacía en solitario su ronda en una zona plagada de grupos que beben en la calle y algunos mal intencionados que se dedican a romper el mobiliario que todos pagamos y el de comercios varios. Nuestro compañero, sin apoyo pero comprometido con tu labor, decidió llamar la atención de dos delincuentes que estaban rompiendo cristales. Recién cumplida la mayoría de edad, pero con amplia experiencia delictiva a juzgar por su comportamiento.
Parece que a los amigos de la violencia no les agradó verse sorprendidos, así que aprovecharon un momento de descuido para atacar a nuestro compañero con su propia defensa después de robársela, lo patearon y apalearon como si fuera un animal. Aunque se defendió como un bravo, nuestro compañero, Vigilante de Seguridad de los de verdad, de los que se involucran, de los que sienten con orgullo la placa que llevan puesta por fea que sea, de los que se ganan el sueldo y no sólo lo esperan a final de mes, sufrió contusiones y heridas abiertas de diversa gravedad por todo el cuerpo.
Analicemos la situación. ¿Qué debemos hacer?... ¿ignorar nuestro trabajo y mirar a otro lado?, ¿convertirnos en vegetales inmóviles que esperan la paga mensual?. Creemos que no. Creemos que de una vez por todas debemos aprovechar nuestra fuerza para hacer sentir a las empresas que con nosotros ya no se juega más. Tenemos que ponerlas contra la pared para que oigan nuestra opinión antes de plantear las hojas de servicio para cada instalación que vigilamos. Un centro comercial no debe, no puede estar custodiado por un equipo insuficiente. Tal vez sea necesario que renuncien a parte de sus beneficios para abaratar los precios cuando se hagan contrataciones masivas de compañeros que sirvan en sitios con alta conflictividad y peligrosidad. Tal vez sea necesario que determinadas ubicaciones permitan el uso de dotación diferente. No es lo mismo ver a un Vigilante de Seguridad con chaquetilla y corbata, pantalón con la raya perfecta y los zapatos lustrados que ver a un equipo preparado, con uniformes tácticos y material adecuado para las intervenciones en disturbios numerosos o peligrosos. Tal vez deberíamos contar con defensas de mayor tamaño para centros como esos, para estaciones de Renfe y Metro.
No sabemos donde está la solución, pero sabemos donde está el problema. Está donde ha estado siempre. Está en la escasez de efectivos, en la mala contratación por parte de las empresas, en pensar que cualquiera que apruebe un examen se convierte en Vigilante de Seguridad. El problema está en un sueldo precario, en "compañeros" que beben o se drogan en lugar de comportarse de manera profesional, en el respeto que nos han perdido por que primero nos lo perdimos nosotros mismos. El problema está en unos sindicatos para los que no existimos salvo cuando se acercan las elecciones sindicales. El problema está en la falta de preparación obligatoria, en la falta de reciclaje continuo, en la ausencia de preparación física obligatoria en horario laboral... Son muchos los beneficios de las empresas y los sindicatos, mucho el personal administrativo que vive de nuestro esfuerzo y mucha la seguridad que siente el ciudadano cuando los nuestros están cerca. Pero siempre somos los mismos los que ponemos la cara, los que sufrimos los golpes y acabamos en el hospital, la comisaría o el juzgado. No esperamos que nos lo agradezcan, lo damos por imposible, pero al menos, que nos lo paguen.
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